viernes, 26 de junio de 2009

Tema Principal: Colonia

La Colonia es el nombre dado al periodo de la historia de Chile que comprende entre los años 1601 y 1810. Comenzó con el desastre de curalaba, según algunos historiadores, en el cual se ubica el fin de la conquista. Se debe destacar que este cambio fue un proceso cultural y psicológico. La Colonia terminó en 1810 con la Primera junta de Gobierno, presidida por Mateo de Toro y Sambrano. La colonia se caracterizó por el asentamiento español en las tierras de chile, hasta el río Bio-Bio, frontera con los araucanos, y con el gran sincretismo racial y cultural que se originó con la convivencia de españoles y indígenas.
Durante este periodo tuvo bajo la soberanía del
Reino de España, su Metrópoli. Esta época se caracterizó por:
La creación de una organización institucional muy compleja;
El mestizaje y el sincretismo cultural.

Guia N°1 "Vestimentas de clases sociales colonial"

Por Colonia se entiende el período histórico que en Chile se extiende desde 1598 hasta 1810, en el cual la corona española gobernó estos dominios imponiendo sus instituciones y costumbres.
La vida colonial se desarrolló en los territorios ubicados al norte del río Biobío. Allí se consolidaron los diferentes grupos sociales, cada uno con un modo de vida propia. Estos grupos se diferenciaban por su origen y por los medios económicos de que disponían. Debido a ello, las clases sociales estaban muy bien definidas.
Españoles y descendientes

Vestimenta dama descendiente de españoles
No era un grupo numeroso, debido a que en general fueron pocos los españoles que se avecindaron en América. Los españoles que venían directamente desde España recibían el nombre de peninsulares y generalmente ocupaban cargos en el gobierno, estaban relacionados con la Iglesia o bien al Ejército, o se dedicaban al comercio. Los hijos de españoles nacidos en América recibían el nombre de criollos.
La aristocracia estaba integrada por los peninsulares y los criollos. Ellos eran los dueños de las tierras por ser descendientes de los conquistadores. Además, tenían el poder en sus manos, gozando de relativa riqueza y de un buen nivel cultural. Ellos optaban a los cargos públicos.
Había también blancos que pertenecían a los sectores medios de la sociedad. Se trataba de comerciantes y artesanos, escribientes y oficiales del ejército que habían llegado después de la Conquista. Su nivel cultural era inferior al de los aristócratas y no tenían influencia alguna en las decisiones de gobierno.

Vestimentas aborígenes
Indígenas
Una vez terminada la Conquista, los españoles se establecieron definitivamente en el territorio comprendido entre Copiapó y el río Biobío. Los indígenas que habitaban en este territorio fueron repartidos en encomienda para que ejecutaran los trabajos forzados que los conquistadores requerían. La mayor parte de ellos murieron durante el primer siglo de la Conquista, debido a que fueron robadas sus tierras, y obligados a trabajar en condiciones muy malas, realizando trabajos muy pesados, como los lavaderos de oro.
Como estaban débiles eran presa fácil de las enfermedades que trajeron los conquistadores, desconocidas para ellos. Periódicamente la viruela, el tifus, el sarampión, la peste bubónica y la gripe atacaban a la población, disminuyéndola notablemente. A ello se suma la separación que hacían los colonizadores de las familias indígenas: muchas veces marido y mujer vivían en lugares distintos y no tenían hijos.
Con el tiempo, rápidamente los aborígenes perdieron los rasgos característicos de su cultura, adoptando el idioma y la religión de sus conquistadores
A pesar de que la Corona hizo amplios esfuerzos por proteger a los indígenas, sus medidas resultaron inútiles, quedando este grupo reducido a su mínima expresión.


Mestizos, mulatos y zambos


Vestimenta de mestizos
Los mestizos surgieron del contacto entre los conquistadores españoles y ]as mujeres indias. Como prácticamente no vinieron mujeres españolas a Chile (sólo podía venir a América si estaban casadas), los conquistadores tomaban a mujeres indias con las que procreaban hijos de sangre mezclada. Había españoles que tenían más de diez hijos con diferentes mujeres indias. Los mestizos se unían a su vez entre sí aumentando cada vez más su proporción, convirtiéndose en el grupo más numeroso.
Los mestizos vivían principalmente en el campo, donde trabajaban como peones y también realizaban trabajos en las minas. Llevaban una existencia muy pobre, debido a que faltaban lugares de trabajo y a que frecuentemente se entregaban al ocio y al vicio.
La posición de los mestizos era difícil, pues no tenían una identidad clara, ya que desarrollaban lealtades tanto hacia los españoles como hacia los indios, grupos de por sÍ antagónicos. Una suerte similar corrían los mulatos y zambos, los que tampoco ocupaban un lugar muy definido en la sociedad.
Negros
Muchos de ellos llegaron al país como esclavos de los conquistadores. Resultaban servidores muy fieles debido a que despertaban el recelo de los indígenas y a que, por su color y la marca que tenían en la mejilla, eran fácilmente distinguibles.

Cruzamientos raciales
Prácticamente no podían huir, pues rápidamente eran apresados y restitu
idos a sus amos. Más adelante, durante el período colonial, se convirtieron en sirvientes de las casas. Muchos de ellos eran diestros artesanos.
También se les asignaba trabajo en los lavaderos de oro y en las estancias, donde se desempeñaban como capataces, bodegueros o encargados del ganado. Las mujeres se dedicaban a las labores domésticas, la preparación de pan o a la confección de prendas.>
En general, los esclavos eran bien tratados ya que resultaban muy caros. Su alto precio se explicaba por la dificultad para traerlos a un país tan apartado.
En ocasiones los esclavos eran arrendados a otros españoles para que ejecutaran determinados trabajos. Algunos se empleaban en sus horas libres, recibiendo un salario por ello. Si lograban el dinero suficiente, podían comprar su libertad, al cabo de muchos años.

Guia N°2 "Comidas tipicas del periodo colonial"

La cocina chilena tiene influencias españolas y aborígenes. Pedro de Valdivia al llegar a Chile trajo las bases de la futura alimentación criolla: trigo, cerdos, pollos, bueyes, toros y vacas. Los araucanos proporcionaron las papas, el maíz y el frijol (porotos) . Estos ingredientes base se mezclaron y así; nacieron nuestros platos más típicos.
Según los historiadores, el menú de los conquistadores era suculento. El primer plato denominado "de residencia", podía ser carne, ave o pescado. Le seguía "el guiso abundante" hecho de preferencia con choclos y papas.
En los primeros tiempos de la colonia ya eran muy populares las humitas, la chuchoca, el pilco y el locro falso: un guisado de papas con otros aderezos. En esta misma época surge la afición a las algas marinas como el cochayuyo y luche que se servían acompañados de huevos duros.
El pan era de tres clases: tortilla de rescoldo, pan español con mucha grasa y miga, y el pan chileno, aplastado y cascarudo.De postre se servían frutas, en especial chirimoyas, frutillas y lucumas. El almuerzo y comida terminaban con una"aguita milagrosa", de paico para el empacho y la indigestión.
En el siglo XVII fueron las monjas quienes dieron un gran impulso a la cocina. De ahí sale la expresión "Hecho con mano de monja", para expresar que se trata de un manjar exquisito.
La comida chilena aprovecha bien los dones de la tierra y el mar. El maíz, llamado choclo en el país, es un ingrediente esencial de varios platos típicos. El pastel de choclo, servido en fuentes individuales de greda, es el más característico.
La abundancia de peces y mariscos que ofrece la larga costa de Chile puede convertirse en un menú tentador: desde albacora o corvina a la mantequilla, hasta congrio frito o en caldillo, mariscales, jaibas rellenas, chupes de papas y erizos con salsa verde.Respecto a masas, el primer lugar lo ocupa la empanada -de horno o frita-, que puede ser rellena con carne y cebolla picadas, con queso o mariscos.
La primera vendimia se registra en 1551, en viñedos ubicados en Copiapó, 800 kilómetros al norte de Santiago. En el siglo XIX se introdujeron las cepas Cabernet, Cot, Merlot, Pinot, Riesling, Sauvignon y Semillón, que constituyen hasta hoy la base de la producción nacional. Los primeros envíos de vino chileno llegaron a Europa en 1877.
A la hora del aperitivo, lo más frecuente es un "pisco sour", una mezcla de pisco con jugo de limón y azúcar. Para las festividades nacionales se bebe un jugo de uva o de manzana fermentado, la "chicha".
El vino chileno es conocido en todo el mundo por su cuerpo y aroma. La vitivinicultura se formó en el país junto con el desarrollo colonial y republicano. Según los expertos, las primeras cepas llegaron en 1548, traídas por sacerdotes españoles que necesitaban vino para sus misas.
Sin embargo, las crónicas también cuentan que los conquistadores españoles descubrieron vides silvestres en terrenos deshabitados de la región cordillerana. En todo caso, el cultivo de la uva encontró en Chile clima y terreno propicios: cuatro estaciones bien definidas, suelos de alta calidad y luminosidad adecuada.
Comidas tipicas de la zona norte de Chile
Basadas en carne de alpaca o llama asada; en charqui o preparaciones como el chairo, carne con verduras y papa chuño; o la guatia, carne con pollo, papas con cáscara y maíz molido cocido al vapor bajo tierra.
En los valles bajos ( 500 – 2500 m.s.n.m.) y precordillera ( 2.500 – 3.500 m.s.n.m.), el pueblo aymara desarrollo una intensa agricultura en base a la producción de maíz, papa, locoto, zapallo, oca. En algunas zonas altiplánicas con microclima (comuna de Colchane) cultivaron quinoa y papa. Desarrollaron una extensa red de canales para la conducción del agua, con un conocimiento tecnológico de manejo hidráulico. En las ultimas décadas han incorporado otros cultivos como arverjas, ajos, orégano. En los valles bajos y oasis han incorporado frutales como naranjas, paltas limones, guayabas.
Las comidas típicas de los pueblos aymaras, tienen pequeñas variaciones según el lugar donde se preparen, pero sin duda lo mas tradicional de la comunidad son el asado, chairo, charqui y guatia.
Asado: Carne de alpaca cocida en cocina a leña.
Chairo: especie de sopa con muchas verduras, carne de alpaca o llama y papa chuño, zanahoria, cebolla alverja, porotos verdes, trigo mote. Su preparación requiere mezclar y cocer la carne y verduras picadas, con el chuño cocido y el maiz remojado el día anterior. El chuño es una papa seca, deshidratada, que preparan los mismos habitantes para la época que la papa fresca es escasa. Generalmente la dejan secar durante un mes sobre los techos de las viviendas.
Chicharrón de papa: Se utiliza carne de llama o cordero con grasa, de la cual se prepara el chicharrón, cociendo la carne y después friéndola se sirve con papas cocidas y ensaladas.
El maiz típico de la zona se tuesta en una olla con un poco de grasa o aceite. Cuando el maiz ya está tostado se sirve acompañado con charqui y queso de la zona. Este alimento a sido y es utilizado por muchas generaciones, como "fiambre " una especie de cocaví para los agricultores y pastores cuando van a sus campos.
Chuñu puti con huevo: Se remoja el chuñu el día anterior se pone a cocer y luego se sofrie y se le agrega los huevos revolviendo los ingredientes.
Calapurka. Es una sopa picante que contiene maiz grande papas, carne de todo tipo, (llamo, pollo, cordero), zanahoria, rocotos y otras verduras. Se usa principalmente para tomarla en el amanecer después de una fiesta.
Picante de guata o pollo: Consiste en un guiso que lleva verduras como cebolla, zanahorias, papas y condimentos que se cortan finos, luego se sofrien y se le agrega rocoto molido en piedra y después la guata o el pollo picado y cocido. Finalmente se agrega a este guiso papa cocida las que son molidas con la mano. Se sirve acompañado con arroz graneado.
Sango o Piri: Consiste en la harina cocida en agua con sal y aceite, el cual cumple la función de pan se sirve con charqui queso asado y o chicharrón.
Ponche de leche: El ponche es una bebida típica, que lleva leche, alcohol, canela, clavo de olor y azucar. Este trago se sirve caliente y es utilizado principalmente en las festividades y ceremonias.
Charqui: Carne de alpaca o llama deshidratada y salada.
Wuatia: Esta comida tiene como ingrediente: pollo, carne de alpaca, papa con cascaras y maiz molido. Todo cocido al vapor bajo la tierra.
Comidas típicas del sur de Chile
Los mariscos y pescados constituyen parte importante en la gastronomía del sur de nuestro país, en Angelmó existe un mercado de mariscos y pescados que es el más surtido del país. Aquí se puede consumir curanto en olla o pulmay, sierra cancato a las brasas, caldillo de mariscos, empanadas de mariscos.
Milcaos: Se hacen en base de papas ralladas, las que son previamente estrujadas hasta dejar la ralladura bien seca, es unida a otra cantidad de papas cocidas y molidas. Se forma así una masa a la que se le pone sal y manteca. Para que queden aún más sabrosos se le agrega una porción de los infaltables chicharrones de chancho. Su cocción puede ser al horno o en manteca bien caliente.
Chapaleles: Pan hecho de harina cruda que se cuece en agua con sal y tiene la forma de una sopaipilla cuadrada. Se come con miel al desayuno.
El curanto: La palabra curanto viene del mapudungun curantü, que significa "piedra calentada por el sol". Es quizás la preparación que se realiza con mayor esmero. Para su preparación, primero se hace un hoyo, luego se cubre el fondo con grandes piedrecitas, sobre las que se hace una buena fogata para que las piedras se calienten hasta ponerse rojas, además se ponen hojas que son generalmente de pangue. Una vez reducidas las hojas, se retiran los tizones y se vacían sacos de almejas, choros o cholgas, navajuelas y picorocos. Queda listo para echar todo lo consistente en carnes, como longanizas, pollo, chancho ahumado y chorizo, previamente aliñado, debe quedar cerca de las piedras para un mejor cocimiento. Se vuelve a tapar todo, pero con hojas de repollo (coles) y agregando arvejas, habas, milcaos y chapaleles. Se tapa nuevamente con hojas de repollo y con sacos paperos mojados, dejando todo sumamente tapado, dejándose cocer al vapor aproximadamente una hora.
Licor de oro: Se prepara con leche cortada con aguardiente o alcohol y se deja por cinco días, se retira el jugo que constituye el suero de la leche más el alcohol. Es puesto en botellas donde toma un color amarillento, lo que ha hecho que se le llame así.
Comida típica de Isla de Pascua
La gastronomía típica de la Isla de Pascua está basada principalmente en pescados y mariscos, en especial la langosta. Al igual que en el sur de Chile, el curanto es la comida tradicional de la isla. Se acompaña con papas sin pelar y "poe", un budín dulce hecho con harina, zapallo y plátanos.

Guia N°3 "Arte Colonial"

El término Arte Colonial se refiere a las diversas manifestaciones artísticas y culturales, tales como arquitectura, pintura, imaginería, artesanía y costumbres que fueron creadas en la época colonial.
La llegada de Colón a tierras americanas inicia una de las empresas más significativas de la historia universal. En efecto, con la conquista de los nuevos territorios, España afianzará su hegemonía sobre este Nuevo Mundo, en el cual, desde una perspectiva histórica, se pueden distinguir las siguientes etapas:
Siglo XVI: Época Fundacional
Siglo XVII: Período de Formación de la Nacionalidad
Período correspondiente al siglo XVIII (1700-1780), y
Neoclasicismo (1780-1830).
Antecedentes del arte colonial
Los antecedentes y orígenes del arte colonial hispanoamericano son complejos. Fundamentalmente son dos las fuentes principales: España, parte integrante de Europa, pero a la vez original en su historia y desarrollo, y el mundo precolombino indígena. Ello caracteriza al arte colonial como una manifestación artística y cultural de raíz mestiza.
Con respecto a este período artístico, resulta difícil hablar de estilos, debido a la superposición y mezcla de diversas influencias estilísticas que se dieron desde el período de la conquista. En general, los estudiosos del tema hablan de un arte mestizo, que se puede definir también como ecléctico, esto es, una mezcla y combinación de diversos estilos e influencias. Se logra, entonces, un producto que es una síntesis entre lo español y lo indígena.
El aporte indígena precolombino resultó ser decisivo para la posterior formación de un arte con características propias, especialmente en los lugares donde habían, a la llegada de los españoles, magníficas y poderosas culturas, como en el caso de Mesoamérica, con los aztecas, y en el área andina, con los incas. En el territorio donde nacerá nuestro país, es necesario reconocer que las culturas que aquí se desarrollaban no habían alcanzado el grado de complejidad de las grandes culturas precolombinas.
Desde fines del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII ya podemos hablar de un arte colonial, donde se cruzan las influencias hispánica-europeas y la expresividad indígena.
Sentido del arte colonial
El arte colonial desempeñó un papel fundamental en la transmisión de la cosmovisión religiosa española. De este modo, el arte, por medio de la imagen religiosa, se erige como un medio de evangelización muy importante para los intereses hispánicos. Para ello la corona española envió artistas y artesanos en su afán conquistador. También llegaron a América italianos y flamencos reconocidos en el campo del arte en la Europa de entonces. Como ejemplo, para el caso chileno, tenemos en el siglo XVIII la llegada a Santiago de un numeroso grupo de artistas y artesanos jesuitas de origen húngaro y alemán (la mayoría bávaros), a cuya cabeza estaba el padre Haymbhaussen, quienes se establecieron en los alrededores de Santiago.
Influencias estilísticas europeas
Cuando España inicia la conquista, en Europa el Renacimiento está en pleno apogeo. Y aunque en España este estilo tiene connotaciones peculiares, hay algunos rasgos renacentistas que influirán en el arte colonial americano.
Con el Manierismo se inician los aportes más significativos. Su desarrollo se ubica aproximadamente entre 1520 y 1600, enfrentándose al clasicismo y al racionalismo renacentista desde una perspectiva anticlásica, aunque es heredero innegable de los logros técnicos y formales del Renacimiento. En el manierismo estos logros serán los protagonistas, lo que derivará muchas veces en un puro alarde técnico.
Algunos rasgos en las obras manieristas son: apariencia de inestabilidad en la composición, desequilibrio en la estructura formal (uso de perspectivas complicadas), eliminación o exageración de la importancia del espacio, temas complejos y eruditos, refinamiento y estilización de las formas, etc.
El Barroco es considerado por los especialistas como el último gran estilo de la historia del arte, extendiéndose durante todo el siglo XVII y parte del XVIII. Se caracteriza por apelar a los sentimientos, por el uso de perspectivas que tienden al infinito, por el horror al vacío (“horror vacui”), la teatralidad y el dramatismo de sus expresiones artísticas, y el uso de formas y líneas curvas y rebuscadas, entre otros aspectos.
Visiones apoteósicas, vuelos de santos y otras criaturas angélicas, grandes escenografías que se despliegan en el espacio impregnan toda la obra barroca. Importante es destacar la tendencia a la integración unitaria de todas las partes y manifestaciones, que domina las creaciones de este período.
En el siglo XVIII, el arte Rococó, característico de esta época, se encuentra enmarcado en un ambiente festivo: desfiles, fiestas, disfraces y fuegos de artificios. En torno a los palacios de la nobleza abundan los bailes, las comparsas, los conciertos, el teatro. Este halo de mundanalidad, ocio, descanso y festividad se verá reflejado en la arquitectura, pintura y escultura, en las que abundan los temas mitológicos.
Hacia 1789 ocurrieron trascendentales cambios en todas las esferas en Europa, lo que repercutió en las colonias del nuevo continente, concretándose en las independencias locales a comienzos del siglo XIX. Junto a ello aparecen nuevas visiones en el arte, surgiendo los movimientos artísticos llamados Neoclasicismo y Romanticismo.
Arquitectura colonial
En la arquitectura se ofrecen los ejemplos más visibles del arte colonial.
Según los cronistas, las ciudades de Santiago y Valdivia son los primeros núcleos urbanos del país. La primera fase corresponde a un campamento provisorio de quincha y barro.
Santiago del Nuevo Extremo se fundó el 12 de febrero de 1541, como una típica ciudad con trazado cuadriculado, con la Plaza de Armas como núcleo central y centro cívico-religioso. En torno a ella se distribuyeron solares para el culto y la jerarquía eclesiástica, la casa de gobierno, la de justicia, el cabildo, el comercio y algunos vecinos notables. En las calles convergentes se ubicaron las órdenes religiosas y el resto de los vecinos españoles.
En 1552 se funda la iglesia y convento de Santo Domingo, estableciéndose definitivamente donde hoy se encuentra hacia 1569 ó 1570. Hacia 1566 los mercedarios también construyeron un templo y un convento.
Por su parte, en 1593 arribaron a Santiago los primeros jesuitas, orden a la cual nos referiremos con mayor detención más adelante, y en 1597 edificaron su iglesia. Con anterioridad, en 1553, habían llegado a Santiago los primeros religiosos franciscanos, ubicándose definitivamente en 1556 en el actual asentamiento de la Alameda, donde iniciaron los trabajos de construcción de la iglesia y el claustro del convento en 1572. Es el único testimonio arquitectónico conservado del siglo XVI. Los muros están formados por bloques de granito. El plano original era de cruz latina, formada por la nave central y dos capillas laterales. El artesonado del techo es sobrio y de inspiración clasicista, con influencia peninsular de la época.
La vivienda urbana es de maciza volumetría, baja y extensa. El portón y el zaguán eran de grandes proporciones. Por allí transitaban caballos y carretas, que traían el producto de las chacras y haciendas. También, en muchas fachadas, se encuentra otro elemento, la columna de ángulo, hecha de piedra, ladrillo o madera.
En el siglo XVII no hay innovaciones urbanas significativas. No se fundan nuevas ciudades, aunque sí se levantan templos y viviendas, tanto en el Norte Grande como en la Zona Central y en Chiloé. La arquitectura empieza a mostrar signos regionales en el uso de materiales, en la adecuación al medio geográfico, en el manejo de la luz, en las proporciones y en los símbolos.
Los muebles son producto de la carpintería, al igual que puertas, ventanas, postigos, rejas de madera, pilares (que son soportantes y decorativos a la vez).
No hay vidrios y el hierro sólo se utiliza en clavos, goznes y cerraduras.
Así nace una primera arquitectura que atiende a los usos, costumbres y organización hispánica, pero adoptando exigencias locales, lo que genera espacios y formas originales. El terremoto de 1647 marca el fin de este período inicial.
El período que sigue es más formal y establecido.
En efecto, la influencia del arte y la arquitectura francesa se hace sentir. Además, el aporte jesuita es importante en el plano espiritual y material, reflejándose principalmente en los centros urbanos, en sus grandes haciendas rurales y misiones en Chiloé.
Ahora la construcción es más segura y con sentido de permanencia. Sin embargo, las estructuras continúan siendo simples, angulares y rectilíneas. En Chile, durante toda la Colonia predomina la arquitectura de adobe aparejado y la carpintería en madera, tanto en la casa urbana como en la arquitectura rural, con la excepción de Chiloé donde se utiliza sólo la madera.
En el transcurso de los siglos XVII y XVIII la vivienda urbana conserva su exterior austero, con la portada, el pilar de esquina y los aleros. En las ventanas, puertas y rejas se incorporan algunas expresiones barrocas. Los materiales constructivos son el barro y la paja, el adobe, las maderas y la arcilla cocida para pisos y cubiertas. La piedra y el ladrillo se utilizan sólo en ocasiones especiales, un ejemplo de ello es la Casa Colorada, en Santiago, que todavía se conserva.
Urbanísticamente, se mantiene la cuadrícula, incorporando plazas y la Alameda, la que en provincias sigue el modelo de la de Santiago. Aparecen las chacras en las afueras de las ciudades.
Hasta fines del siglo XVIII la arquitectura continuará sin grandes cambios en lo espacial y en lo estructural. Las influencias estilísticas del renacimiento y del barroco se localizan en la carpintería, el trabajo del hierro y la elaboración de portadas.
Es posible hablar de una arquitectura popular, práctica y austera. Ello se observa en la composición de las fachadas, la escala, el espesor de los muros, el ritmo y dimensiones de los vanos, el uso del adobe y la teja, entre otras características.
En nuestro país, en comparación con el resto de Latinoamérica, los cambios son mucho más lentos. Sólo a finales del siglo XVII, la corona dotará a esta colonia con buenos edificios oficiales.
A partir de 1780 asistiremos a una renovación, con la llegada del arquitecto italiano Joaquín Toesca y Ricci. Es el autor o coautor de la Catedral de Santiago, las iglesias de Santo Domingo y la Merced, el Cabildo, el hospital San Juan de Dios y los Tajamares, siendo su obra mayor la Casa Real de Moneda.
Estos edificios se inscriben dentro del Neoclasicismo, imperante en Europa. Este estilo encontrará buena acogida en nuestro medio, donde las formas barrocas coloniales no habían tenido el desarrollo alcanzado en el resto de algunos países de América, debido, por una parte, a que en el territorio no existió la influencia de las grandes culturas precolombinas y, por otra, a la austeridad obligada por guerras y terremotos. (Ver
Arquitectura colonial)
Imaginería colonial
La imaginería colonial se refiere a las imágenes tridimensionales o esculpidas que se crean en el período colonial. La forma barroca fue la más característica dentro de la imaginería colonial hispanoamericana.
Junto con los conquistadores llegan las primeras imágenes religiosas católicas. Debido a las características de la época, estas imágenes son dotadas de milagrosos poderes. Aunque no siempre tienen valor artístico, poseen un valor testimonial histórico, que muestra la mentalidad y aspiraciones de ese tiempo.
Estas imágenes son símbolo de espiritualidad y, por lo tanto, objeto de veneración, lo que ha permitido su supervivencia a través del transcurso de la historia nacional.
Los talleres de artesanos produjeron gran variedad de imágenes, la mayor parte anónimas.
De técnica acabada y diversa, algunas eran de talla completa, en madera de cedro y vaciadas por dentro para alivianarlas. También se realizaron imágenes articuladas, de talla completa y complicados sistemas que daban movimiento a la cabeza y a los brazos. Se les agregaban ojos de vidrio, pelo natural, uñas, lenguas de cuero, dientes humanos y pestañas, lo que les otorgaba impresionantes efectos realistas. Además se les ponían sogas, silicios y coronas.
Los materiales usados fueron la madera, el barro cocido, la cera y, a veces, el marfil. Se empleó la policromía brillante, con tintes provenientes de la naturaleza local. Por ejemplo, el color rojizo, característico de la época, se realizó con diversas plantas.
Las técnicas del color estaban en manos de artesanos especializados. Siguiendo con la tradición medieval, el color empleado en la colonia es esencialmente simbólico, en relación directa con el carácter de las imágenes, ya sean Cristos, Vírgenes o Santos.
Las vírgenes
La primera imagen llegada a este territorio es la pequeña Virgen del Socorro, traída por don Pedro de Valdivia. De origen napolitano, es tallada en madera y policromada. Se encuentra en el altar mayor de la iglesia de San Francisco, en Santiago.
Otra virgen tallada en madera es Nuestra Señora del Rosario, de Valdivia, que es del siglo XVII.
Hay imágenes de vírgenes que tienen cabeza, manos y a veces pies, ocultándose el cuerpo bajo una armazón, cubierta por ricas vestiduras realizadas en telas finamente bordadas y adornadas; estas imágenes son llamadas “de candelero o bastidor”.
Un ejemplo que procede del tiempo de la conquista es la Virgen de la Merced, cuya cabeza y manos fueron traídas desde España. Otra imagen de candelero, y también de la época de conquista, es Nuestra Señora de las Nieves, en la actualidad en la iglesia del Sagrario de Concepción.
También en Concepción se encuentra otra virgen de candelero del siglo XVI, la Virgen del Boldo o del Milagro, en la iglesia de las Trinitarias.
Los Cristos
La imagen de Cristo crucificado tiene un lugar destacado en la devoción colonial. El Cristo de Burgos, conservado en la Basílica de la Merced en Santiago, es el más antiguo. De tamaño natural y tallado en madera, es considerado de gran calidad entre los especialistas.
El más famoso es, por cierto, el Cristo de Mayo o Señor de los Temblores, de la iglesia de San Agustín de Santiago.
Es la primera escultura colonial realizada en Chile de autor conocido, el padre agustino Pedro de Figueroa. Es tallada en madera y policromada.
Durante los siglos XVII y XVIII la imaginería se ve influida por los envíos que llegan desde España. Esto es manifiesto en las principales ciudades del Virreinato, como Lima, Quito y Potosí, adonde llegan esculturas y maestros españoles.
Hacia el siglo XVIII la producción quedará en manos de artistas locales. Es el momento en que son ya notorios ciertos rasgos propios de la región, constituyéndose las tres escuelas escultóricas más importantes de Sudamérica: la limeña, la altoperuana y la quiteña.
El Cristo Resucitado del Museo Colonial de San Francisco, atribuido a Gaspar de la Cueva, fue realizado probablemente en Potosí en el siglo XVII, aunque dentro de la tradición hispánica barroca.
Del siglo XVIII proceden las tallas españolas Piedad con Cristo Muerto, del Museo del Carmen, de Maipú, y la Inmaculada, del Museo de Valdivia; ambas obras pertenecen a la tradición barroca, debido a sus características de estilo.
También era usual la figura del Niño Jesús recostado y puesto en urnas de vidrio. En el Convento de la Merced de Santiago se encuentra una colección de estas imágenes. También dentro de la tradición de la escuela quiteña están los llamados Angeles Niños, de talla completa y policromados.
Desde mediados del siglo XVIII asistimos a una renovación en los aspectos culturales. La Ilustración francesa influirá decisivamente en los cambios producidos.
En este marco se desarrolla la importante labor artística y cultural de los jesuitas. Las ideas barrocas se encarnan en sus templos y conventos en Santiago y en provincias. La arquitectura, la escultura, la pintura, la platería, las artesanías, como la herrería, la cerrajería, carpintería, cerámica, tejidos y otros, tendrán un auge desconocido hasta entonces en el país. Fundan grandes talleres en las haciendas de La Ollería y La Punta, en Santiago, y fuera de él las de Calera de Tango y Bucalemu.
Su labor se verá abruptamente interrumpida en 1767 debido a que fueron expulsados de todos los territorios del Imperio Español.
Destaca el nombre del hermano Juan Bitterich, arquitecto y escultor. Se atribuye a su factura el San Sebastián de Los Andes, conservado en la parroquia de Santa Rosa de la ciudad de Los Andes, completamente tallado en madera.
Otro escultor jesuita es el padre Jacobo Kellner, a quien se le atribuye el San Francisco Javier yacente, en el Museo de la Catedral de Santiago, tallado en madera de peral y policromada.
El aporte jesuita llegará hasta los lejanos territorios de Chiloé, donde la imaginería tendrá un desarrollo muy particular, trasmitiéndose de generación en generación la práctica de este arte, hasta pleno siglo XIX. Un ejemplo de Cristo Crucificado está en la iglesia de Achao.
De finales del período colonial se destacan tres nombres de artistas: Ambrosio Santelices, Ignacio Andía y José Santos Niño, con los cuales se cierra un capítulo de la historia artística chilena. Los acontecimientos de comienzos del siglo XIX abren nuevos caminos y posibilidades en el devenir artístico y cultural.